Antes de nacer como hombre, Jesús fue el Hijo que “estaba en el principio con Dios” (Jn 1:1-2), siendo “antes de todas las cosas” (Col 1:17), “el primogénito de toda creación” (Col 1:15). No solo eso, es además el “Hijo unigénito” de Dios (Jn 3:16) [1] en virtud de su posición singularmente especial entre todos los hijos de Dios. Parte de esta singularidad se manifiesta en el hecho de que “en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles”; “todo fue creado por medio de él” (Col 1:16) y “sin El nada de lo que ha sido hecho, fue hecho” (Jn 1:3).
Pero ser “Hijo unigénito” significa más. Implica además la existencia de una única y esencial relación de Dios con su Hijo, algo que se expresa en esta frase: “el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre” (Jn 1:18); lo cual quiere decir que Jesús se hallaba en la posición más cercana con Dios, donde compartía sus consideraciones y era objeto constante del amor del Padre. Dicha relación conlleva necesariamente un profundo y rico conocimiento entre Él y el Padre; por eso dijo: “el Padre me conoce, y yo conozco al Padre” (Jn 10:15), y este profundo conocimiento es la razón de ser “la imagen del Dios invisible” (Col 1:15), la fiel representación de Dios, el único que manifiesta perfectamente las características del Padre: sus pensamientos, carácter y voluntad. Por eso pudo decir: “el que me ve, ve al que me envió” (Jn 12:45) o “El que me ha visto a mí, ha visto al Padre” (Jn 14:9). Por todo esto y más, en su existencia pre humana, Jesús disfrutó de la “gloria como del unigénito del Padre” (Jn 1:14).
Y fue precisamente a este hijo, a su Hijo unigénito, a quien Dios decidió enviar al mundo: “En esto se manifestó el amor de Dios en nosotros: en que Dios ha enviado a su Hijo unigénito al mundo para que vivamos por medio de El” (1 Jn 4:9). Por amor a la humanidad, Dios envió a Jesús al mundo. Así lo confirmó Jesús: “Yo no he venido por mi propia cuenta” (Jn 7:28), “salí de Dios y vine de El” (Jn 8:42). Y así fue, “cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer” (Gál 4:4), y porque nació de mujer se pudo referir a sí mismo como “Hijo del hombre” (Mt 8:20); es decir, Hijo de la humanidad; lo que entre otras cosas significa que su inicio humano se gestó en la matriz de una mujer y nació y vivió como hombre. Por consiguiente, cuando vivió en la tierra fue tanto “Hijo de Dios” como “Hijo del hombre”, algo necesario, porque de esta manera Jesús pudo ser el perfecto mediador entre Dios y los hombres y el único que pudo asumir el papel de redentor de la humanidad.
A medida que observemos sus actos y sus dichos, y como se relacionó con las personas de su generación, tengamos presente Quien fue realmente Jesús antes de venir a la tierra, porque de esta forma conoceremos y apreciaremos más los valores que rigen su vida.
NOTAS
[1] La expresión “Hijo unigénito” no se debe entender en el sentido de que Dios solo tuvo a Jesús como hijo, ya que otras criaturas también son llamadas “hijos de Dios” (Job 1:6; Lu 3:38). Más bien, el término “unigénito” se ha de entender en el sentido de ser el único que recibe una especial consideración de parte de Dios; tal como Isaac, el hijo de Abraham, fue llamado por Dios como “tu hijo, tu único, a quien amas”, a pesar de que Abraham tuvo más hijos (Gé 22:2; 16:15; 25:1-2)
Abba Yahushua nos bendiga... Que entendemos cuando el Apóstol Juan nos dice: El Verbo era Dios (Jn.1:1) y ése Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros (Jn.1:14) Claramente nos dice que el Verbo es el mismo que se hizo carne y habitó entre nosotros. por lo tanto, lo que llamamos Hijo tiene el mismo nombre y su nombre tiene que ser Hebreo pues él decidió sangre y pueblo Hebreo al ser descendencia legítima de la Realeza del Rey Davíd, así podemos encontrarnos dentro de las Raíces Hebreas con YHWH YAHUSHUA.
ResponderEliminarJuan 1:1
ResponderEliminarEn el principio era el verbo, el verbo estaba con Dios y el verbo era Dios
Principio de qué.
Si se está hablando del verbo, pues se refiere al principio de éste.
Un texto que nos ayuda un poco a ver qué es este principio es Miq 5:2
Refiriéndose a Jesús dice que él es desde el principio de los días de la eternidad o como dicen otras traducciónes,.desde tiempos inmemoriales.
Apc 3:14 dice que Jesús es el principio de la creación de Dios.
Así que Jesús tuvo un principio en el tiempo, muy atrás pero un principio.
De lo contrario hubiera dicho, desde siempre era el verbo, no desde el principio.
Luego el verbo estaba con Dios.
Es decir que luego de llegar a existir el verbo estaba con Dios, no dice que el era ese Dios sino que estaba junto a él, no se puede ser alguien y a la ves estar junto a él.
En muchos textos de la biblia se ve a Jesús a la derecha del Padre.
Luego dice que el verbo era Dios.
Pero aquí hay algo que resolver primero.
En este versículo aparecen dos formas del sustantivo griego para “dios”. La primera (theón) va precedida de la palabra ton —una forma del artículo definido griego, que equivale al artículo español el—, por lo que sabemos que se refiere al Dios todopoderoso. Sin embargo, la segunda (theós) no lleva artículo definido. ¿Será un descuido?
El biblista Archibald Thomas Robertson explica que cuando el sujeto y el predicado llevan artículo, significa que “ambos son definidos y se los considera idénticos, la misma cosa; por tanto, son intercambiables”. Él pone como ejemplo Mateo 13:38, donde leemos: “El campo [en griego, ho agrós] es el mundo [en griego, ho kósmos]”. Gracias a la gramática, comprendemos que aquí el mundo también es el campo.
Pero ¿qué ocurre si el sujeto tiene un artículo definido, pero el predicado no lo tiene, como es el caso de Juan 1:1? Hablando precisamente sobre ese versículo, el especialista James Allen Hewett destaca lo siguiente: “En esa construcción, el sujeto y el predicado no son lo mismo, ni idénticos, ni equivalentes, ni nada por el estilo”.
Para ilustrar esta idea, este erudito cita 1 Juan 1:5, donde se dice que “Dios es luz”. En griego, la palabra “Dios” aparece como ho theós, es decir, con el artículo definido. Sin embargo, la palabra para “luz” (fos) no va precedida de ningún artículo. ¿Qué indica esto? Hewett señala: “Siempre puede decirse que Dios es luz, pero no que la luz es Dios”. Hallamos ejemplos parecidos en Juan 4:24 (“Dios es un Espíritu”) y en 1 Juan 4:16 (“Dios es amor”)
En ambos casos, los sujetos tienen en griego un artículo definido, pero los términos “Espíritu” y “amor” no lo tienen. Por tanto, los sujetos y los predicados no son intercambiables; dichos versículos no pueden significar que “el Espíritu es Dios” ni que “el amor es Dios”.
Debido a esto sería incorrecto traducir Juan 1:1 Tratando de mostrar que Jesús es Dios, más bien, la traducción honesta sería como traducen este texto algunas versiones.
“En el principio existía la Palabra, y la Palabra estaba con Dios. La Palabra, pues, era divina” (El Nuevo Testamento original, 1990, de Hugh J. Schonfield).
“En el principio era la palabra, y la palabra estaba junto a Dios, y un Dios era la palabra” (Comentario al Evangelio de Juan, 2005, de Sjef van Tilborg).
“En el principio era el Logos y el Logos estaba frente a Dios y era dios el Logos” (La obra de Juan. El Evangelio del testimonio, 2011, de Benito Acosta).
“En un principio existía la Palabra, y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era divina” (Evangelio y cartas de Juan, 2013, de Senén Vidal).