sábado, 7 de septiembre de 2019

La edad máxima del hombre

"Entonces dijo Yahveh: «No permanecerá para siempre mi espíritu en el hombre, porque no es más que carne; que sus días sean 120 años»" (Génesis 6:3 BJ)

Antes de que Dios hiciera esta declaración los hombres podían vivir más de 900 años, pero cuando Dios observó la creciente maldad de la gente de aquel tiempo, entonces decidió que el límite de edad del hombre serían 120 años, y la razón que tenía es “porque no es más que carne”, quizá en el sentido de que los hombres se habían entregado totalmente a vivir para sus deseos carnales, hasta el punto de hacerse totalmente insensibles al Espíritu de Dios (Gálatas 5:19-21)

Es obvio que el límite de edad decretado por Dios no se produjo inmediatamente, tal como Adán no murió el mismo día que comió del fruto prohibido, a pesar de que Dios advirtió que “el día que de él comas, ciertamente morirás(Génesis 2:17 LBLA) En ambos casos hemos de entender que lo que sí tuvo efecto inmediato fue el punto de partida de una transformación gradual en el organismo humano que culminaría con la realización total y efectiva de lo que Dios había decretado. En el caso de Adán, el mismo día que pecó pudo iniciarse el proceso que culminaría en su muerte. Probablemente el sistema regenerador de las células fue afectado para que dejara de funcionar indefinidamente, de modo que con el tiempo el cuerpo no pudiera regenerarse suficientemente, lo que significó la muerte corporal definitiva. 

En el decreto de la edad máxima del hombre, Dios no pone un plazo para su cumplimiento, pero podemos entender que en ese tiempo sí comenzó el proceso para que la edad del hombre disminuyera progresivamente hasta mantenerse por debajo de los 120 años. Así, mientras que Noé aún vivió 950 años, en su hijo Sem ya se bajó notablemente la longevidad, al vivir “sólo” 600 años (Génesis 9:29; 11:10-11) Unas ocho generaciones más tarde aparece Abraham que vivió 175 y finalmente tenemos a Aarón y Moisés que vivieron 123 y 120 años respectivamente, coincidiendo con el límite de años decretado por Dios. Desde entonces, salvo muy rara excepción, el ser humano no ha superado esa edad. La novedad es que esto está siendo respaldado por recientes investigaciones científicas. 

En 2016, un equipo científico de la Facultad de Medicina Albert Einstein realizó una extensa labor de investigación con datos demográficos de 40 países. Al analizar esta información constataron que “las mejoras en la supervivencia con la edad tienden a disminuir después de los 100 años, y que la edad de muerte de la persona más vieja del mundo no ha aumentado desde la década de 1990”. En palabras del Dr. Vijg, experto en envejecimiento, esto quiere decir que “hemos alcanzado el límite máximo de la longevidad humana” ¿Cuál es ese límite?

El récord de longevidad documentado en los dos últimos siglos está fijado en 122 años cuando la francesa Calment murió en 1997. Desde entonces no se sabe de nadie que haya vivido más tiempo, ni siquiera 120 años. De ahí que este caso se considere estadísticamente atípico y no se ha tenido en cuenta para establecer que la duración máxima de la vida humana más probable se encuentra en unos 115 años. Pero aún teniendo en cuenta posibles casos muy atípicos como el de Calment, calculan en 125 años como el límite absoluto de la vida humana (1). 

Estas conclusiones encajan esencialmente con el decreto divino: “que sus días sean 120 años”. Se hace bastante evidente que los 120 años suponen una barrera en la edad máxima del ser humano, sobre todo al percibir la extraordinaria aproximación entre el límite bíblico de 120 años con los cálculos científicos que sitúan la edad máxima entre 115 y 125 años. (Ver NOTA)  

Es asombroso como un decreto transmitido hace más de cuatro mil años es respaldado de manera objetiva ahora que se dispone de suficiente información estadística. Una razón más para fortalecer nuestra confianza en Dios y Su palabra.


Ver también: La edad máxima del hombre - 2ª parte

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[1Información extraída del The New York Times en español

NOTA
Alguien puede objetar que el caso excepcional de Calment rompe la barrera bíblica de los 120 años. Hay un par de consideraciones al respecto. Primero no se debe ocultar que el caso Calment se ha puesto recientemente en duda por unos científicos especializados en gerontología que afirman tratarse de un fraude donde la hija suplantó a su madre. Para ello se basan en el análisis antropométrico y fisiológico de fotos de las dos mujeres y en una serie de factores, como el hecho de que a la muerte supuesta de la hija en 1934 sólo había un testigo que certificó su muerte, y no era ni médico ni enfermera. Aún así, reconocen que no tienen pruebas totalmente concluyentes y solo un test de ADN podría demostrar sus afirmaciones. Pero incluso dando por acreditado este caso, y desde una visión estrictamente literal, el decreto bíblico mantiene su validez, ya que Génesis 6:3 hace referencia al hombre, no a la mujer, y el hombre más longevo en época moderna es el japonés Kimura que murió en 2013 a los 116 años (Lista de supercentenarios)


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