viernes, 23 de agosto de 2019

Conocer a Dios a través de Sus leyes

La ley del Señor es perfecta, que restaura el alma; el testimonio del Señor es seguro, que hace sabio al sencillo. Los preceptos del Señor son rectos, que alegran el corazón; el mandamiento del Señor es puro, que alumbra los ojos(Salmos 19:7-8 LBLA)

Conocer y obedecer los mandatos de Dios ha sido y es esencial para todos. Como dice el salmo, sirven para hacernos sabios y alumbrarnos los ojos; pero también son una fuente de información para conocer mejor a Dios. Con este propósito consideramos algunas de las leyes:

No tendrás dioses ajenos delante de mí. No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás
La razón de esta ley es porque Dios es “celoso (Éxodo 20:3-5 RVR60) y no acepta compartir la adoración con otros dioses, aunque se trate de objetos inanimados, como las imágenes. 

No perviertas la justicia, ni te muestres parcial en favor del pobre o del rico(Levítico 19:15 NVI) 
Con esta ley se les exige a los jueces no juzgar con parcialidad, bien por intentar favorecer a los ricos para provecho propio, o bien por simpatizar demasiado con la causa del pobre (Ver también Éxodo 23:3). Esto refleja que la justicia de Dios es libre de toda parcialidad

Si alguien roba un buey o una oveja y luego mata o vende el animal, el ladrón tendrá que pagar cinco bueyes por cada buey robado y cuatro ovejas por cada oveja robada(Éxodo 22 NTV) 
Esta ley compensaba a la víctima del robo con creces de modo que los posibles ladrones se lo pensarían dos veces antes de robar. Estas son unas medidas eminentemente prácticas que resaltaban el interés de Dios por las víctimas de delitos; por otra parte, eliminaban la necesidad de prisiones que requerían el mantenimiento gratuito de los delincuentes.

Supongamos que dos hombres pelean, y uno golpea al otro con una piedra o con el puño, y la persona herida no muere pero tiene que guardar cama. Si después puede levantarse y salir caminando de la casa, aunque fuera con muletas, entonces no se castigará al agresor, pero estará obligado a compensar a su víctima por el trabajo perdido y a pagar por su recuperación(Éxodo 21:18-19 NTV)
Los actos violentos que resultaban en heridas físicas eran sancionados de forma equitativa. Quien provocaba el daño tenía que hacerse cargo de todos los perjuicios económicos que acarreaba a la víctima. De nuevo, notamos el interés de Dios por las víctimas, además de la aplicación de una justicia equitativa, en ningún modo desmedido.

Cuando un hombre es recién casado, no saldrá con el ejército, ni se le impondrá ningún deber; quedará libre en su casa por un año para hacer feliz a la mujer que ha tomado(Deuteronomio 24:5 LBLA)
Al contrario de las leyes humanas que rigen las naciones, Dios considera las circunstancias de las personas, hasta el punto de eximir a un hombre recién casado de cualquier compromiso de labor pública. Es llamativo ver cómo Dios considera la situación particular de cada individuo.

Cuando entregares a tu prójimo alguna cosa prestada, no entrarás en su casa para tomarle prenda. Te quedarás fuera, y el hombre a quien prestaste te sacará la prenda. Y si el hombre fuere pobre, no te acostarás reteniendo aún su prenda. Sin falta le devolverás la prenda cuando el sol se ponga, para que pueda dormir en su ropa, y te bendiga; y te será justicia delante de Jehová tu Dios(Deuteronomio 24:10-13 RVR60)
Cuando alguien hacía un préstamo, podía requerir una prenda como garantía de la devolución del préstamo. Dicha prenda solía ser de vestir. En esta ley vemos que el acreedor no podía entrar en la casa del deudor sin ser invitado, lo cual protegía la intimidad del hogar. Además, el acreedor no podía retener la prenda de vestir de un pobre durante la noche, ya que la necesitaría para resguardarse del frío. Sin duda, esta ley reflejaba la compasión de Dios por los necesitados (Ver también Deuteronomio 24:17-18)

Cuando siegues la mies de tu tierra, no segarás hasta los últimos rincones de tu campo, ni espigarás el sobrante de tu mies. Tampoco rebuscarás tu viña, ni recogerás el fruto caído de tu viña; lo dejarás para el pobre y para el forastero(Levítico 19:0-10 LBLA; ver también Deuteronomio 24:19-21)
Dios mandó a los israelitas propietarios de campos o viñas, que cuando recogieran su fruto no lo hicieran de manera exhaustiva, ni tampoco buscaran de nuevo lo que se hubiera quedado atrás, sino que esa labor y ese fruto tendrían que dejarlo para los desfavorecidos. Esta medida estaba pensada para ayudar a los pobres, que gracias a ella tenían la posibilidad de trabajar para conseguir su alimento, lo que también les proporcionaba un sentimiento de dignidad. Por otra parte, a los propietarios de campos y viñas ese gesto solo les suponía una pequeña pérdida, con la ventaja de evitar la labor que requería más trabajo. Sin duda, esta ley demuestra la sabiduría de Dios al combinar justicia y misericordia

Cuando haya en medio de ti menesteroso de alguno de tus hermanos en alguna de tus ciudades, en la tierra que Jehová tu Dios te da, no endurecerás tu corazón, ni cerrarás tu mano contra tu hermano pobre, sino abrirás a él tu mano liberalmente, y en efecto le prestarás lo que necesite(Deuteronomio 15:7-8 RVR60)
En caso de que un hermano tuyo empobrezca y sus medios para contigo decaigan, tú lo sustentarás como a un forastero o peregrino, para que viva contigo. No tomes interés y usura de él, mas teme a tu Dios, para que tu hermano viva contigo. No le darás tu dinero a interés, ni tus víveres a ganancia(Levítico 25:5-7 LBLA)
Dios mandaba a los israelitas que se hicieran responsables de sus hermanos que habían caído en la pobreza, prestándoles sin interés en todo lo que necesitaran. Una vez más, vemos el interés amoroso de Dios por los más necesitados hasta el punto de establecer leyes que los auxiliaran. 

No pondrás bozal al buey mientras trilla(Deuteronomio 25:4 LBLA)
No ararás con buey y asno juntos(Deuteronomio 22:10 LBLA)
Es un acto cruel utilizar a un buey para trillar y a la vez impedirle que pueda comer del grano que tiene delante de él. También lo es el poner en un mismo yugo a animales con distintos tamaños y fortaleza, lo que les provocaría sufrimientos innecesarios. Vemos como la compasión que Dios llega también a los animales.

No codiciarás la casa de tu prójimo; no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su sierva, ni su buey, ni su asno, ni nada que sea de tu prójimo(Éxodo 20:17 LBLA)
No alimentes odios secretos contra tu hermano, sino reprende con franqueza a tu prójimo para que no sufras las consecuencias de su pecado. No seas vengativo con tu prójimo, ni le guardes rencor. Ama a tu prójimo como a ti mismo. Yo soy el Señor(Levítico 19:17-18 NVI)
La ley de Dios va más allá de la obligación de hacer o evitar actos que se pueden constatar, ya que incluso regula en el ámbito de los sentimientos. No se limita a condenar el robo o el adulterio, llega incluso a advertir contra codiciar cualquier cosa que sea del prójimo. No se queda sólo en condenar el asesinato, sino incluso contra el alimentar odios secretos, contra la venganza o contra el rencor. Y aún va más allá al mandar amar al prójimo como a uno mismo, ya que el amor repele toda conducta perjudicial con el semejante. Este tipo de mandamientos por sí solo evidencia que efectivamente la ley proviene de Dios, ya que sólo Él puede comprobar lo que sucede en el corazón. 

Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas. Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón(Deuteronomio 6:4-6 RVR60)
Esta ley se puede considerar como la culminación de todas las leyes, el supremo propósito de la vida, y el único modo de encontrar la felicidad mediante la plena realización como seres humanos. Notamos de nuevo que no se trata de actos, sino de auténticos sentimientos que se traducen en actos. Sólo Dios puede determinar lo genuino de nuestro amor hacia Él. Sí, Dios ha de gobernar también en nuestro corazón, y al hacerlo está buscando nuestro bien supremo

Estas son solo algunas de las muchas leyes que Dios estableció para el antiguo Israel, y que nos permiten conocer mejor el carácter de Dios como Legislador. Sin duda se trata de valiosa información; sin embargo…, por sí solo esto no basta para conocer realmente a Dios.


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