El cuadro es una obra de un prestigioso pintor; su dimensión es de 240 cm. x 120 cm. y su precio actual de subasta es de 140 millones de dólares.
Veamos esta puesta de sol:
Esta imagen recoge un instante natural, donde la luz del sol se une a los elementos del campo produciendo una imagen dinámica de esplendorosa belleza. La imagen original abarca decenas de kilómetros cuadrados y al contemplarla in situ la impresión que nos produce es la de vivir en el interior de una majestuosa obra de arte. ¿Su precio? Gratis. Su Autor nos ofrece una distinta cada día.
Contemplemos esta aurora boreal:
Imaginemos que nos hallamos presentes en el momento de producirse esta aurora boreal. Estaríamos ante un maravilloso espectáculo donde luces de colores danzarían por todo el cielo; y nosotros como espectadores, quedaríamos absorbidos por una mezcla de exaltación y fascinación, a la vez que intimidados ante tal imponente despliegue de belleza mágica. ¿Su precio? Gratis.
Lo anterior sólo son dos ejemplos; llevaría más de una vida considerar cómo Dios ha implantado su variado y exquisito gusto en un sinfín de originales diseños, formas y colores. Esto lo apreciamos en una increíble variedad de animales, insectos, flores e impresionantes y bellos paisajes.
Nada se puede comparar a las maravillosas expresiones artísticas que Dios exhibe en la naturaleza. Algo que quizá nos impida apreciarlo en su justa medida es la abundancia y frecuencia que son presentadas a nuestros ojos ¿Qué pasaría si las puestas de sol sucediesen sólo una vez al año? Probablemente sería un acontecimiento mediático de primer orden. Comparar la creación artística humana con la de Dios nos ilustra bien la diferencia entre precio y valor, y debe enseñarnos a saber valorar lo que es realmente valioso.
Así es, las obras de arte más maravillosas están producidas por Dios y son abundantes y gratuitas. Además, sabemos que el artista transmite en sus obras parte de su personalidad. De modo que, detrás de estas manifestaciones artísticas percibimos muchas de las cualidades de Dios, como: majestuosidad y gloria, perfección, imaginación, armonía, delicadeza, optimismo, etc., etc., etc.
¿Verdad que cuando lo meditamos sentimos admiración reverente hacia el Supremo Artista?
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